domingo, 27 de octubre de 2019

Ingress: The Animation (2018)

     Mi pc de sobremesa nunca fue muy fino ni recién comprado, por lo que ya estoy acostumbrada a sus apagones, reinicios y rabietas sobre todo cada vez que se actualiza windows 10, ese gran sistema operativo. Pero este viaje fue un poco más allá y me dejó sin acceso al disco externo donde tengo prácticamente TODO. Afortunadamente, antes de que me diera un infarto, apareció mi viejo amigo y compañero allende los mares, que para mi gran suerte es informático, y me dijo que podía recuperarlo accediendo en remoto. Así que me hice a un lado con el portátil mientras él hacía su magia y me dispuse a ver Ingress: The Animation (2018) sin saber qué me iba a encontrar.







     "Makoto Midorikawa es un agente especial de la policía capaz de ver los recuerdos de los objetos que toca. Durante la investigación de una misteriosa explosión, Makoto comienza a recibir mensajes anónimos que le piden que proteja a la única superviviente del suceso, la investigadora Sara Coppola, iniciando así una aventura que le llevará a descubrir la guerra silenciosa entre las dos facciones que luchan por controlar una misteriosa sustancia capaz de alterar la psique humana."




     Bueno... es un videojuego de realidad aumentada para móviles y una producción de Netflix, así que tampoco esperaba gran cosa. Ingress opta por la animación CGI pero intenta suavizarla mezclándola con técnicas de animación más tradicionales. El resultado es un espectáculo visual brillante y más fluido en cuanto a arquitecturas, fondos y escenas de acción, pero que sigue sin conseguir naturalidad en los personajes humanos.
     Personajes que tampoco brillan por su originalidad precisamente, o su complejidad. Es de agradecer el toque seinen, ya que en otro target de edad esto no hubiera funcionado, pero aún así se hace bastante difícil de creer que tal jovenzuela sea científica tan prestigiosa o que ese muchacho desgarbado y flacucho sea agente de policía. Y luego tenemos a los arquetípicos Jack, el mercenario duro pero con buen fondo, y los malos malísimos con dobles intenciones y que se traicionan a sí mismos. El trío protagonista podríamos decir que emprenden viajes internos similares pero con resultados diferentes: Makoto descubre su valor al mismo tiempo que desarrolla sus poderes; y Sara recupera su memoria perdida y descubre sus auténticos poderes. Nada destacable ni original son fórmulas muy trilladas y aquí son peor que previsibles. Sin embargo, el viejo y querido Jack evoluciona constantemente a medida que avanza en sus descubrimientos, y se lleva buenas ostias, siendo el personaje más coherente e interesante de este universo.

     La trama se desarrolla un poco atropelladamente. Son solo 11 capítulos y abarca una conspiración a nivel mundial desarrollada mediante la apariencia de un videojuego. Los personajes se desplazan entre Japón y Suiza, pasando por un desierto en nosédónde, huyendo de los dos bandos en conflicto ya que parece que hay una tercera facción, que es la realmente malvada. Los protas dan la sensación de ir dando tumbos ya que no tienen pistas ni un objetivo marcado desde el principio, cosa que "salvan" de mala manera mediante los mensajes del ayudante misterioso, ser omnisciente que les saca de los atolladeros y les empuja al siguiente nivel. Aunque intenta mantenerse dentro de un marco de ciencia-ficción, la historia poco a poco se va convirtiendo en algo más mágico y sobrenatural con poco o ningún fundamento científico, por lo que llega un momento en el que empiezas a aceptar  las cosas en vez de intentar comprenderlas.

     Al final intenta ponerse dramática y profunda pero, chica, yo ya en ese punto no había conseguido empatizar mucho y lo único que quería era que acabara cuanto antes. El conflicto termina pero dos de los personajes quedan en la incertidumbre y lo dejan bastante abierto. Tanto que hasta se atreven con una mini secuencia final en el que "alguien" abre los ojos. ¿Otra temporada? Bueno, que venga, ya veremos si la veo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario