Definitivamente una serie como Gakuen Babysitters (2018) está fuera de mi target habitual, pero no sé si se será por la Navidad que se acerca o que estoy pasando una época sensiblera que noto como que tengo especial necesidad de azúcar y unicornios. Y aunque nunca he sido especialmente fan de las series con niños o bebés, confieso que disfruté con la sobredosis de lindura que desprenden estos pillos.
"Tras perder a sus padres, Ryuichi y Kotaro son acogidos por la directora de una prestigiosa academia, quien se hará cargo de ellos con la condición de que Ryuichi dedique todo su tiempo libre a ayudar en la guardería cuidando de los hijos de las profesoras."
Pequeños regordetes y cabezones de ojos enormes rodeados de tonos pastel son el eje central de este slice of life en el que se suceden escenas cotidianas de humor, ternura y también un poquito de drama, y muy poco de rollo instituto. El protagonista, Ryuichi, centra toda su actividad extraescolar en dicha guardería por lo que apenas se relaciona con sus compañeros de clase, y sus únicos amigos son aquellos que por una razón u otra acaban en la guardería en algún momento. Eso unido a sus circunstancias familiares, hacen de Ryuichi un chico demasiado responsable, demasiado considerado, y para nada interesado en salir con amigos, y mucho menos amigas. Pero tiene un aire cándido e inocente que hace que se despierte también cierto aire de protección maternal con él, y creo que de eso va el rollo.
Al menos eso fue lo que me atrapó del primer episodio. Al verlo tan decidido y firme, sonriendo todo el rato, mostrándose capaz de encargarse de todo me dio la sensación de que era alguien superficial. Hasta que finalmente la presión puede con él y muestra su debilidad, dejándome toda rota y pensando que quería abrazarle for ever. Y así, fui enganchando un capítulo tras otro aunque apenas pasara nada, solo pequeños episodios de la vida en la guardería, con alguna que otra dosis de emoción, comedia y dulzura, mucha dulzura. Pero las circunstancias de Ryuichi son mi debilidad y debo reconocer que caí totalmente en la trampa.
Aunque no todo ocurre dentro del aula infantil (hay un capítulo en la playa y otra en una especie de granja o zoo, no me acuerdo bien), toda la acción ocurre alrededor de los seis pequeñajos, y los adolescentes o adultos solo aparecen en relación a ellos, por lo que no se profundiza mucho en sus personalidades o circunstancias, dando pocas o ninguna posibilidad de evolución. Únicamente contamos con la excepción de ambos hermanos entre sí y a su vez con la directora de la Academia, su benefactora, quien se presenta como una vieja estricta pero que está llena de amor hacia ellos. Y eso fue suficiente para mantener mi interés
Si bien no es algo que me haya marcado como para andar mendigando otra temporada, creo que sus 12 capítulos cumplieron bien su misión: entretenimiento con alguna que otra lagrimilla. No es para recomendarla pero no está mal.
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