lunes, 19 de noviembre de 2018

Princess Nine (1998)

     Cuando me dio la fiebre del béisbol a primeros de este año, me topé con Princess Nine: Kisaragi Joshikou Yakyuubu (1998), pero ya sea por el año o por la temática, la fui relegando hasta que Haikyuu volvió a despertar en mí las ansias deportivas. Así, que me arremangué y me la tragué como pude.




     "Keiko Himuro, directora de la prestigiosa escuela para señoritas Kisaragi, pretende formar un equipo de béisbol femenino en torno a Ryo Hayakawa, hija de un famoso pitcher que parece haber heredado su talento. Su objetivo es nada más y nada menos que alcanzar el Koshien, demostrando así que pueden competir con los equipos masculinos en igualdad de condiciones."









      Así dicho, Princess Nine parece un alegato feminista, pero más bien es un shojo deportivo lleno de los clichés típicos de los años 90, con mucho de romance y drama, y pocos partidos. A ver, algo de feminismo sí que hay, aunque un poco de refilón, centrado principalmente en la cruzada personal de la directora de la Academia para lograr que acepten a su equipo en la liga oficial. Su lucha se desarrolla prácticamente en solitario en un mundo de hombres anclados en el pasado y amparados en las tradiciones hasta que finalmente consigue demostrar que las chicas son tan capaces de jugar al béisbol como los chicos. Bueno, todo es un tanto irreal, por supuesto, pero más o menos se hace creíble.

     Y mientras la superwoman de la directora va de despacho en despacho, las niñas en cuestión se enfrentan a sus propios problemas: el divorcio de sus padres, el primer amor, la timidez, el acoso escolar, etc.
     La prota es hija de un famoso pitcher que tenía un lanzamiento legendario. Fallecido en accidente cuando era pequeña, ya se había retirado cuando se casó con su madre, pero supuestamente le enseñó a jugar, y como además lleva sus genes, se da por sentado que la niña también puede lanzar como su padre. Independientemente de que tenga los brazos como palillos. Eso es lo de menos, no es más que la excusa para iniciar todo el embrollo. Chica conoce a chico. Rico, genio del béisbol y con una lapa al lado que a su vez es la estrella del tenis. Y, casualmente, hija de la directora feminista. Quien, a su vez, también tiene una misteriosa relación con el padre de la prota. La prota por su parte tiene un amigo de la infancia que, como ya te podrás imaginar, no tiene nada que hacer con ella, pero despierta el interés de otra de las chicas del equipo. Esto no es un triángulo, señores, es un dodecaedro.

     ¿Y el béisbol? Aquí vamos. Empezando por un entrenador borrachuzo, que no hace sino dormir la mona todo el día, las chicas no pasan de correr o hacer defensa de campo atrapando pelotas. Algunas ya jugaban y eran de las buenas, pero el resto o venían de otros deportes o de su casa mismamente, y aún así, no vemos mucho de su aprendizaje y mejoras. Solo cuando la prota siente que debe mejorar su tiro, la pone a arar un campo. Y punto. Después de eso en pleno partido la niña siente que le viene como una iluminación y descubre cómo lanzar la bola legendaria a base de determinación. Magia pura.
     Y seguimos con los partidos. Creo que son tres o cuatro en total. El primero contra un equipo famoso pero de chicos menores que ellas por un año. Y como aún están verdes, no se les ocurre otra cosa que aprovecharse de sus encantos femeninos para distraerlos. Algo no muy feminista, por cierto. Pero bueno, ya los siguientes los van jugando de forma más "normal".

     Está muy bien el rollito que se traen con el difunto padre de la criatura y su prematura retirada del béisbol profesional. Ese lado me gustó. Pero la trama amorosa central es un poco bastante muermo. Él es un galán de libro, niño rico, guapo, caballeroso y galante. Su amiga de la infancia, enamoradísima de él, una señoritinga estirada y arisca, a la que le encanta competir y ganar. La prota es un poco sosainas, en ocasiones actuando con determinación y carácter, y en otras, demostrando una debilidad emocional impropias de ella misma. Ahora quiero, ahora no quiero. Ahora no sé qué hacer ni qué creer. En eso, su rival es mucho más bruja, lo cual podía haberlo hecho todo más interesante, pero se raja enseguida.

     Una contradicción en sí misma, ya que a pesar de la proclamación por la igualdad de género, no deja de escupirnos tópicos algo rancios probablemente producto de la época en la que se emitió. Sería interesante ver algo como esto en la forma de anime moderno.

No hay comentarios:

Publicar un comentario