domingo, 27 de enero de 2019

Kitsune no koe (2018)

     En cuanto empecé a ver Kitsune no koe (2018) me di cuenta de que era china, así que me decepcionó un poco porque esperaba algo relacionado con el folklore japonés. Aún así la historia terminó enganchándome, aunque sin grandes sorpresas.






     "Hu Li es un estudiante de secundaria que perdió a sus padres en un accidente de tráfico que además le dejó marcado el rostro. Ante los problemas financieros, acepta todo tipo de trabajos de medio tiempo, aunque su principal ocupación es la de ser la voz de un popular idol en auge. De este modo puede crear música y cantar como él desea, con la única condición de que nadie descubra su secreto."







     La paleta plana de colores chillones y los movimientos algo ortopédicos de la animación son inconfundiblemente chinos, pero de esa calidad lo suficientemente buena como para que terminen adaptándola y emitiéndola en japonés. El argumento es bastante atractivo para mí ya que trata sobre una especie de Ceniciento de la canción discriminado por la cicatriz en su cara y atrapado por un contrato abusivo mientras otros se llevan la gloria y el dinero. Además su hermano pequeño le culpa de la muerte de sus padres, y como tampoco tienen un duro, va corriendo de un trabajo a otro. Su único apoyo es su amiga de la infancia, aunque esto también le acarreará algún que otro problema.
     En resumen: un chico en apuros nivel 10 de los que me encantan. Pero en cuanto al desarrollo de la trama...

     A los chinos me cuesta pillarles el rollo. Con Kitsune no koe me pasó al principio que creía que tenía algo de sobrenatural, pero luego resultó que era una manera muy metafórica de representar conversaciones por whatssap. Además, siempre me da la sensación de que cuentan las cosas desordenadamente y que van constantemente en círculos. Los eventos se suceden un poco aleatoriamente. Cada suceso no lleva necesariamente a un desarrollo o avance de la historia, sino que con frecuencia enfatiza otra cosa o simplemente retrocede o repite una situación similar. Como si la relación causa-efecto fuese algo relativo. Me resulta complicado seguir la historia y saber por qué los personajes hacen lo que hacen cuando lo hacen.

     En definitiva me gusta por el carácter sufridor y entrañable del Ceniciento protagonista pero me desconcierta el ver que van pasando los capítulos y, efectivamente, no va a ninguna parte. Aunque si hay más temporadas, ahí me encontrarás.

sábado, 26 de enero de 2019

Pasando el rato III

     Después de la sobredosis de angustias en cadena que me había suministrado sin querer, con el colofón de Banana fish, estaba emocionalmente destrozada, por lo que necesitaba expandirme con algo ligero y superficial. Eso unido a que tenía que preparar de nuevo mi traslado a Madrid (afortunadamente por trabajo) me hizo decidirme por una tanda de series que no requirieran mucha implicación emocional, a ser posible, de humor sin complicaciones.

     La primera en caer fue Eromanga sensei (2017), una elección muy sabia para el momento en el que me encontraba.





     "Después de la muerte de sus padres, Masamune Izumi solo tiene a su hermanastra pequeña quien, tras el trágico suceso, vive encerrada en su habitación. Para salir adelante, Masamune escribe novelas ligeras de cierto éxito gracias a las ilustraciones eróticas del misterioso Eromanga-sensei. La relación entre ambos hermanos dará un giro al descubrirse la identidad del dibujante."








     Topicazo donde los haya alrededor del rollo incestuoso-casi-pero-no con una loli de pecho plano a la que le gusta dibujar cosas ecchi. Lo único que me parecía medianamente interesante era el rollo editorial y cuando hablaban de cómo cada uno de ellos creaba sus obras. Reirte te ríes, claro, con las situaciones de siempre. Además el prota es bastante sensato y coherente, con su poquito de trauma, y me pude encariñar con él. Eromanga-sensei es del mismo autor de Oreimo (Ore no Imōto ga Konna ni Kawaii Wake ga Nai), otra serie de novelas que tuvo anime en 2010 y 2013, que vi en su momento y que me parecen infinitamente mejor que esta (sobre todo la primera temporada) a pesar de las enormes similitudes.

     Después, casi sin querer, cayó Akkun to kanojo (2018), en parte por su cortísima duración.






     "Atsuhiro Kagari siempre se muestra arisco y malhumorado con su encantadora novia Nontan Katagiri. Sin embargo la adora a tal extremo que la sigue y la fotografía a escondidas de ella, siendo incapaz de demostrarle sus verdaderos sentimientos."










     Comedia romántica de episodios de apenas 3 minutos que se pasa sin darte cuenta. Un recuentos basado en una adorable pareja donde él es un tsundere sin remedio y ella una chica linda e inteligente. Además, a su alrededor revolotean otras dos "parejas" insólitas pero igual de entrañables: el profesor taciturno y la alumna enérgica; y la perversa hermanita con el tranquilote del amigo. No tiene un argumento ni trama central, la pareja protagonista apenas evoluciona o cambia, sin embargo las secundarias sí muestran cierto desarrollo apenas perceptible, así que con la primera te ríes y con las otras dos te vas picando un poco. No está mal para echar la tarde.

     Y por último, Kyōto Teramachi Sanjō no Holmes (2018) o El Holmes de Kioto, una de misterio y arte folklórico sin mucho que aportar.





     "Kiyotaka Yagashira es el hijo del dueño de una tienda de antigüedades, situada en el distrito Teramachi Sanjou de Kioto. Posee una gran capacidad de observación y análisis deductivo, por lo que se ha ganado el apodo de Holmes. Con su nueva empleada a tiempo parcial, irá resolviendo casos misteriosos relacionados con piezas de arte japonés."









     Está basada en una serie de novelas de misterio y probablemente en ese formato tenga mayor cuerpo, pero como serie animada ha resultado bastante floja. En gran parte, debido a que hace gala de una animación pobre y una ambientación plana y chillona. Los casos de misterio están lejos de resultar atractivos ya que la mayoría se basan en conocimientos avanzados de arte y da la sensación de que el prota se inventa las hipótesis sobre la marcha, y aunque surge una especie de archienemigo en la figura del monje falsificador, su rivalidad carece de sustancia, por lo que ni por esas ni por la pseudotrama romántica termina de convencer como historia. No cuela.

jueves, 24 de enero de 2019

Banana fish (2018)

     Después de dedicar el poco tiempo que tenía a vaciar el disco duro de películas atrasadas, decidí que había llegado el momento de pasar a algo más intenso y me pillé Banana fish (2018). Y ahora, casi cinco series después, más vale que escriba ya su entrada o se me va a amontonar el trabajo. Y es que por mucho que lo retrase, tendré que comentarla tarde o temprano, así que cuanto antes mejor y aquí vamos.








     "Ash Lynx es el líder de una pandilla callejera que cuenta con la protección de un capo de la mafia neoyorquina. Sin embargo, tras un encuentro fortuito con un hombre moribundo, acabará involucrado en una investigación que pondrá en peligro su vida."









     Prácticamente la devoré. No solo porque tenía mucha hambre de algo así, sino porque además era frenética e intensa, no dejaban de pasar cosas, y no podía dejar de verla más que cuando me caía de sueño. Banana fish es un manga de finales de los 80 pero para el anime han optado por simular un Nueva York más actual, así que no tiene tufillo vintage. Tiene una trama compleja y violenta, con  drogas, sexo, abuso de menores y asesinatos. No es yaoi propiamente dicho, porque no se confirma romance entre los protagonistas, pero sí que se traen cierto rollito BL por lo menos, y hay mucho violador homosexual por ahí, aunque nunca se ve nada de forma explícita.
     Diseño de personajes, ambientación, coreografías y animación en general merecen un notable alto, así como la narración y estructura de la historia que abarca todo el manga, a excepción del epílogo de  nosécuántos años después. Todos los personajes son redondos y pesan en su justa medida, nadie parece parte del fondo, todos y cada uno aparecen retratados con justicia y profundidad suficiente, aunque algunos estén como "de paso" o parezcan meros "enlaces" como es el caso de Shunichi Ibe, el fotógrafo que lleva a Eiji a Nueva York, o Skip, el niño de la pandilla de Ash que secuestran junto con Eiji al principio de todo el jaleo.

     Aquí hay que tener muy claro que el protagonista es Ash y únicamente Ash. Eiji es su soporte, el punto de giro emocional que necesitaba en su vida y el motor que le impulsará a continuar cuando no pueda más. Ash puede parecer su caballero ya que lo rescata muchas veces, pero realmente es la princesa que únicamente Eiji puede salvar. Una relación hermosa, casta, de amor espiritual que a pesar de su fuerza no está destinada a terminar bien. Ash es un asesino con un turbio pasado como prostituto y Eiji es un universitario japonés de buena familia, así que pronto me hice a la idea de que esto no podía tener un final feliz. Pero de ahí a acabar como acaba, es demasiado cruel.
     Debo reconocer que a pesar de que todo llevaba un tinte bastante realista, llegué a albergar esperanzas de que Ash podría encontrar la forma de escaparse de todo y tener un final super happy viviendo una vida normal con Eiji en Japón. Pero realmente me conformaba con algo más previsible, como que acabaran muertos o al menos separados. Y, bueno, así es como fue, solo que la forma en que sucede es para denunciar a la autora.
     Hay finales tristes, finales cabrones, y luego tenemos el final de Banana fish.

     También me gustó mucho la relación que se establece entre Ash y Max Lobo. Al principio creí que se quedaría en odio por venganza, pero poco a poco el papel del periodista cambia y aparece una peculiar relación padre-hijo muy tierna y muy divertida en ocasiones. El episodio de la fuga del psiquiátrico tiene partes realmente cómicas.

     Por lo que he visto, es totalmente fiel al manga, salvo detalles de diseño y poco más que fueron necesarios para adaptarlo a nuestros días. El final es idéntico pero cuenta con un pequeño epílogo que tiene lugar siete años después y que, muy a nuestro pesar, corrobora el final para que no quede duda alguna. En conjunto cumplió mis expectativas y las superó, es una gran historia que creo superará bien el paso del tiempo. No deberías perdértela.

viernes, 18 de enero de 2019

A falta de tiempo, buenas son películas IV

     No, no estoy trabajando, aún sigo de vagaciones en casa de mis padres, pero el grupo de manga con el que colaboro como traductora de repente se acordó de mí y me pidió ayuda con tres proyectos, así que anduve algo atareada y pensé que era buen momento para ir dando salida a varias pelis que tenía cogiendo polvo.
     Empezamos con algo ligerito: Mary y la flor de la bruja (2017), que aunque parezca que no, viene del título original japonés Meari to majo no hana.




     "Mary es una chica enérgica y curiosa que acaba de trasladarse al campo para vivir con su tía abuela Charlotte. Un día se adentra en el bosque siguiendo a unos gatos y encuentra una flor muy extraña que confiere poderes mágicos por tiempo limitado, lo que la hace muy codiciada en el mundo de las brujas."








     Una aventurita para toda la familia al más puro estilo del viejo Ghibli... sin ser Ghibli. Los personajes, la ambientación, el desarrollo de la trama, una heroína fuerte, un mundo a caballo entre el terror y la maravilla... y muchos elementos más recuerdan inevitablemente a tantos títulos del maestro Miyazaki que no es posible enumerarlos todos. Pero hace muy buen uso de todo lo aprendido, lo que la convierte en una digna sucedánea. Lo mejor, su estructura feminista: chica conoce chico, chica mete a chico en un lío, y finalmente, chica rescata a chico. Mancantao.

     Siguiendo el rastro de la magia del título, apareció Mai Mai Shinko to Sennen no Mahou (2009) (MaiMai Shinko y la magia milenaria), película que han promocionado recientemente para su venta en Occidente bajo el nombre de Mai Mai Miracle y que me puse a ver sin acordarme de que ya lo había hecho.






     "Shinko es una niña de 9 años, alegre y con una gran imaginación, que vive en una zona rural a principios de los 60. Un día, una niña muy tímida llamada Kiiko procedente de Tokio es transferida a su escuela y Shinko decide ser su amiga y enseñarle a divertirse."











     Otra que recuerda mucho a Ghibli sin ser Ghibli, pero esta vez no en su faceta fantástica, sino en la histórica y la humana. Paisajísticamente bella, de ritmo sereno, una historia llena de inocencia en tiempos revueltos sazonada con la magia de la imaginación, pero que no me termina de cuajar... Quiero decir, no sé cómo será la novela en  la que se basa, pero el rollo de la magia milenaria, la niña de hace mil años, no sé muy bien qué pinta en la historia. Se supone que está conectada con las otras dos niñas por el "poder" de la imaginación y por el mismo deseo de jugar con niñas de su edad, pero su presencia está descompensada, no va en paralelo con las niñas del "presente". Como trozos intercalados de una historia independiente. Despista.

     Y le llegó el turno a Kimi no Suizou wo Tabetai (2018) o Quiero comerme tu páncreas, que aunque pueda parecer una bizarra comedia de zombis, es un drama romántico de los que te dejan seca de tanto llorar.






     "Un solitario estudiante de instituto descubre a través de un diario perdido que su compañera de clases Sakura Yamauchi padece una enfermedad terminal. 
     Como única persona que comparte su secreto, Sakura se interesa por él e intenta romper su soledad."








     Suelo huir de los dramones cantados como este. No me gusta saber de antemano que voy a llorar y por qué pero tenía ganas de saber qué se cocía detrás de una sinopsis tan reveladora. Técnica y narrativamente cuenta con la calidad estándar de este tipo de producciones, además de tonos pastel y diseño semiadulto de personajes, con lo que no destaca especialmente en animación. Lo resaltable aquí es la relación entre sus protagonistas pero ya más bien a partir de la segunda mitad. Porque al principio ella es un poco cargante y demasiado alegre, lo cual resulta inverosímil en un personaje moribundo, y él es un tipo desagradable y asocial que decidió aislarse sin motivo aparente. Pero lentamente se va descubriendo qué tienen en común y qué es lo que buscan el uno del otro, y ya te lo crees más y te implicas y te encariñas.
     Por último he de reconocer que, por mucho que se viera venir, la muerte de ella me pilló desprevenida, y a mí me gustan mucho que me sorprendan, así que le doy mi aprobación.


     Para la última dejé Maquia, una historia de amor inmortal (2018) que en japonés se titula [Sayonara no Asa ni Yakusoku no Hana o Kazarō], película que fue estrenada en los cines españoles pero que duró muy poco en VOS y no llegué a pillarla en pantalla grande.





     "Después de que los humanos atacaran su pueblo en busca de la longevidad de su raza, Maquia se ve perdida y sola por primera vez. Es entonces cuando se encuentra un bebé en el bosque y decide dedicar su vida a amarlo y cuidarlo a pesar de que sabe que tarde o temprano tendrán que despedirse."










     Esta es de las bonitas, de las que te hacen llorar de emoción y no de pura tristeza, aunque penurrias no le faltan, claro. El mundo que presenta es suave y estilizado, las ropas y los cabellos se mueven vaporosos, las líneas que definen a personajes y escenarios son bellas delicadas, pero la historia que nos trae no está exenta de cruda realidad. Hermosa pero fatídica, se centra básicamente en la relación entre Maquia y Ariel, dos personajes unidos por el amor pero destinados a separarse desde el principio, ya que sus vidas transcurren a ritmos diferentes. Y sin embargo, se aman, de distintas formas, a lo largo de los años, y en medio de las turbulencias que agitan el país y al resto de personajes que los rodean.
     Me gusta que la historia se desarrolle a lo largo de varios años. Me gusta el personaje de Ariel, que evidentemente, es el que más cambia y evoluciona, y además lo hace con madurez y coherencia. Me gustan esos secundarios fuertes, pasionales, tremendos, viviendo sus propios dramas. Quizá lo más flojo sea la propia protagonista y aún así lleva bastante bien ser el eje de la tormenta. Tormenta que por otro lado se intuye muy compleja e interesante, pero que debido a la limitada duración del largometraje, no logramos disfrutar en toda su profundidad. Molaría que hicieran una serie...

viernes, 11 de enero de 2019

Full Metal Panic! Invisible Victory (2018)

     Después de la decepción de Basilisk: Ouka Ninpouchou de veras intenté darle una oportunidad a su predecesora, pero como quiera que ya llevaba dos o tres decepciones casi seguidas, pensé que ya era hora de ir un poco más sobre seguro, y aunque no sin ciertos recelos, elegí una a la que ya hacía tiempo que quería hincar el diente: Full Metal Panic! Invisible Victory (2018).







     "Sousuke y Kaname han vuelto al instituto y tratan de llevar una vida normal, pero las fuerzas de Amalgam no se han rendido y lanzan un ataque como nunca antes se había visto."











     La historia parece arrancar justo después de donde la dejamos al final de la Second raid, tercera entrega de la saga, donde ya habíamos visto una faceta más seria y profunda de los personajes, y sigue en ese tono. Al menos en lo que se refiere a la desaparición de la comedia, porque de evolución psicológica y aceptación de traumas personales se habla poco. Hay mucha acción, mucha pelea para deleite de los mecha-fans, pero en dosis justas y momentos adecuados a la trama. Eso, junto con la mejora en el diseño y animación, hacen que incluso yo haya disfrutado de las coreografías en gran medida. Técnicamente avanza mucho con respecto a sus predecesoras, y aunque mantiene gran parte del diseño original, tanto personajes como armamento presentan un aire más moderno.
     Pero emocionalmente no he sentido la misma empatía de antaño ya que Sousuke parece involucionar. Al principio pensé que la llegada de nuevos personajes a su vida, nuevos camaradas con los que interacturar que nada tenían que ver con la guerra o los militares, le ayudarían en su proceso de humanización. El hecho de que finalmente parezca confiar en ellos hasta el punto de pedir su ayuda me dio esperanzas en ese sentido. Pero nada más lejos. Sousuke acaba decepcionándome como personaje, como soldado y como ser humano al implicar de forma despreocupada y negligente a un grupo de civiles en un conflicto tan grave, y hasta cierto punto, personal, y del que se desvincula sin problemas cuando la operación llega a su fin.
     Su cabeza está llena solo de Kaname, por lo que sus acciones y motivaciones cobran un carácter egoísta, y el hecho de que apenas parezca preocuparse de las consecuencias y daños colaterales, hacen muy difícil que esté de acuerdo con él. Afortunadamente, la historia pasa página rápidamente y de nuevo resurgen los viejos amigos, haciendo que la trama vuelva a su dimensión internacional.
     
     Y por otro lado tenemos a una Kaname Chidori casi ausente, deprimida y melancólica, agobiada por su culpabilidad, pero que por otro lado continúa luchando. Quiere regresar pero teme hacer daño a sus amigos, quiere que la rescaten y a la vez no ser una carga. Una contradicción continua que la lleva a desear el suicidio para que luego, de repente, sin detonante aparente, retome de nuevo el deseo de luchar. Y todo eso en menos de 15 minutos de tiempo real en pantalla.

     Pero bueno, molaba verlos enamorados y admitiéndolo abiertamente. Molaba ver a Sousuke intentado expresarse y relacionarse con otras personas. Molan mucho las batallitas y los momentos heróicos. Pero no mola que la cosa no acabe y que de momento no haya indicios de más temporadas. Podían haberse ahorrado el arco de Namsac y las peleas de robots, y en vez de una serie, haber hecho una película que sirviera como prólogo de una temporada más larga. Porque esta serie se queda en eso: un prólogo con un leve cierre de arco pero que lo deja todo arriba, abierto y sin explicar.
     Quiero otra temporada pronto o me voy a enfadar.

viernes, 4 de enero de 2019

Basilisk: Ouka Ninpouchou (2018)

     No sé lo que esperaba de Basilisk: Ouka Ninpouchou (2018) pero desde luego no era lo que encontré, así que acabemos con esto cuanto antes.
     "Tras el enfrentamiento que sirvió años atrás para decidir al sucesor del shogun, los supervivientes de los dos clanes ninja se preparan unidos para proteger a sus propios sucesores: Hachiro de los Koga y Hibiki de los Iga. Sin embargo la sombra de un antiguo demonio despierta el espíritu de traición en el hermano del shogun, y nuevos enemigos buscarán el poder heredado por los sucesores de ambos clanes para lograr sus objetivos."
     Basilisk es un manga que, si bien no conocía, tampoco es que no me sonara de nada. Y como suelo hacer para no espoilearme ni crear falsas expectativas, me puse a ver la serie sin documentarme y por eso no me enteré de que había una temporada anterior llamada simplemente Basilisk o Basilisk Koga Ninpouchou) de 2005. Al principio me vino a recordar vagamente a la película Ninja Scroll (1993) que vi hace mil años, pero no tardé en darme cuenta de que había algo raro, rozando lo desagradable, que no terminaba de encajar. ¿Era el diseño de personajes? ¿La animación? ¿Eran los colores o la iluminación? No sé, pero todo se veía grotesco, como el horrible bebé bailarín de los 90 (más info aquí https://youtu.be/-5x5OXfe9KY ). Infantil y gore, cruel pero tierna, una historia terrible y trágica, violenta tanto en acciones como emociones, pero con una ambientación suavizada y amable.
     Como sea, el caso es que hay un desfase entre lo que cuenta y cómo lo cuenta, pero yo tenía varias tareas navideñas en la agenda, así que decidí quedarme con una serie petarda para rellenar los pocos huecos que tuviera libre y no complicarme la vida.
     Aún así, no encontraba por dónde agarrarme. La trama de amor principal era incestuosa, y las secundarias eran no correspondidas o yuri. En cuanto a personajes masculinos interesantes, el mismo protagonista estaba más tiempo ausente que presente, y cuando estaba, era más bien inútil. Y el otro guapetón, que yo creía que se liaría con la que luego resultó ser lesbiana, tenía un serio complejo de elektra. Las relaciones entre personajes como grupo, como clan, compañeros y amigos, tampoco estaban muy definidas. Todos parecían ir a la suya, cargando con sus propios demonios (y vengan flashbacks y vengan traumas de la infancia...) así que tanto sus vidas como sus muertes no provocan grandes reacciones y ya al final era un despiporre de despropósitos y muertes gratuitas y carentes de significado.
     Pero aguanté hasta el final, porque como dijo el monje escurridizo: "Tengo curiosidad"


     El final es acorde con todo lo anterior, pero al menos la serie acaba, que no es poco.

     El caso es que por las críticas que he leído por ahí, hay mucha gente que coincide conmigo en que esta serie es mala de ver, y al parecer, nada digna de su sucesora. Probaré un par de capítulos de la precuela, y si la termino, la comentaré por aquí. Pero de momento tengo cosas que hacer, y si vosotros también, no perdáis tiempo con esta serie.