Después de la sobredosis de angustias en cadena que me había suministrado sin querer, con el colofón de Banana fish, estaba emocionalmente destrozada, por lo que necesitaba expandirme con algo ligero y superficial. Eso unido a que tenía que preparar de nuevo mi traslado a Madrid (afortunadamente por trabajo) me hizo decidirme por una tanda de series que no requirieran mucha implicación emocional, a ser posible, de humor sin complicaciones.
La primera en caer fue Eromanga sensei (2017), una elección muy sabia para el momento en el que me encontraba.
"Después de la muerte de sus padres, Masamune Izumi solo tiene a su hermanastra pequeña quien, tras el trágico suceso, vive encerrada en su habitación. Para salir adelante, Masamune escribe novelas ligeras de cierto éxito gracias a las ilustraciones eróticas del misterioso Eromanga-sensei. La relación entre ambos hermanos dará un giro al descubrirse la identidad del dibujante."
Topicazo donde los haya alrededor del rollo incestuoso-casi-pero-no con una loli de pecho plano a la que le gusta dibujar cosas ecchi. Lo único que me parecía medianamente interesante era el rollo editorial y cuando hablaban de cómo cada uno de ellos creaba sus obras. Reirte te ríes, claro, con las situaciones de siempre. Además el prota es bastante sensato y coherente, con su poquito de trauma, y me pude encariñar con él. Eromanga-sensei es del mismo autor de Oreimo (Ore no Imōto ga Konna ni Kawaii Wake ga Nai), otra serie de novelas que tuvo anime en 2010 y 2013, que vi en su momento y que me parecen infinitamente mejor que esta (sobre todo la primera temporada) a pesar de las enormes similitudes.
Después, casi sin querer, cayó Akkun to kanojo (2018), en parte por su cortísima duración.
"Atsuhiro Kagari siempre se muestra arisco y malhumorado con su encantadora novia Nontan Katagiri. Sin embargo la adora a tal extremo que la sigue y la fotografía a escondidas de ella, siendo incapaz de demostrarle sus verdaderos sentimientos."
Comedia romántica de episodios de apenas 3 minutos que se pasa sin darte cuenta. Un recuentos basado en una adorable pareja donde él es un tsundere sin remedio y ella una chica linda e inteligente. Además, a su alrededor revolotean otras dos "parejas" insólitas pero igual de entrañables: el profesor taciturno y la alumna enérgica; y la perversa hermanita con el tranquilote del amigo. No tiene un argumento ni trama central, la pareja protagonista apenas evoluciona o cambia, sin embargo las secundarias sí muestran cierto desarrollo apenas perceptible, así que con la primera te ríes y con las otras dos te vas picando un poco. No está mal para echar la tarde.
Y por último, Kyōto Teramachi Sanjō no Holmes (2018) o El Holmes de Kioto, una de misterio y arte folklórico sin mucho que aportar.
"Kiyotaka Yagashira es el hijo del dueño de una tienda de antigüedades, situada en el distrito Teramachi Sanjou de Kioto. Posee una gran capacidad de observación y análisis deductivo, por lo que se ha ganado el apodo de Holmes. Con su nueva empleada a tiempo parcial, irá resolviendo casos misteriosos relacionados con piezas de arte japonés."
Está basada en una serie de novelas de misterio y probablemente en ese formato tenga mayor cuerpo, pero como serie animada ha resultado bastante floja. En gran parte, debido a que hace gala de una animación pobre y una ambientación plana y chillona. Los casos de misterio están lejos de resultar atractivos ya que la mayoría se basan en conocimientos avanzados de arte y da la sensación de que el prota se inventa las hipótesis sobre la marcha, y aunque surge una especie de archienemigo en la figura del monje falsificador, su rivalidad carece de sustancia, por lo que ni por esas ni por la pseudotrama romántica termina de convencer como historia. No cuela.
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