jueves, 17 de diciembre de 2020

Sword Art Online: Alicization (2018) / War of Underworld (2019/2020)

      El fenómeno Sword Art Online sigue bastante vivo. Aunque haya perdido su fuerza inicial, es un universo que está sabiendo evolucionar a partir de la base de la realidad virtual inmersiva, y a la vez se diversifica en videojuegos, manga y toda clase de merchandising.

     Desde el pelotazo de la primera temporada de anime en 2012, sacaron una segunda temporada dos años después, pero luego no volvimos a saber nada hasta la película de 2017. Y un año después, junto con el spin-off de las pistolitas, apareció Sword Art Online: Alicization (2018), que no sería sino la "primera parte" de la tercera temporada llamada War of Underworld, que, a su vez, se dividió en dos y vino a terminar en 2020. No sé si ha quedado claro...




     "Tras lo sucedido en Ordinal Scale, Kazuto es reclutado de nuevo por Seijirou Kikuoka para ayudar en el desarrollo de un mundo virtual donde poder crear inteligencias artificiales independientes.

     Una noche, Kazuto es atacado por un viejo enemigo y cae en coma. Entonces, Kikuoka propondrá conectarle al mundo virtual en el que trabajan como única esperanza de que su cerebro logre recuperarse."





     A pesar de la fama de la franquicia, tengo la impresión general de que la calidad técnica no está a la altura de su popularidad. No es que sea mala, que a veces sí, pero debería destacar en movimientos, coreografías y paisajes, y no. Es más bien del montón, tirando a cantosa en algunas ocasiones.

     La trama, en cambio, no decae. En esta primera entrega de la tercera temporada, Kirito sigue su camino hacia la madurez, trabajando en proyectos serios, planificando un futuro con Asuna, quizá en el extranjero, cuando de repente la tragedia se cruza en su vida y termina enchufado a un mundo virtual una vez más. Como perro viejo que es en estos lances, en seguida se hace un amigo y empieza a buscar la forma de comunicarse con la realidad para poder volver. La diferencia con los mundos anteriores es que la gente aquí son seres virtuales con voluntad propia, no seres humanos conectados como Kirito. O sea: inteligencias artificiales (AI) creadas desde bebés que han crecido y se han desarrollado como seres humanos en un mundo digital creado para ellos: Underworld.

     Este arco tiene fundamentalmente momentos divertidos y entrañables, y una tensión in crescendo, pero de repente explota en una orgía de violencia en el polémico capítulo 10. La violencia sangrienta no es nueva. Ya al principio, cuando los peques se aventuran en la cueva del dragón y se encuentran con un grupo de goblins, tenemos un avance de la crueldad de este mundo. Pero el capítulo 10 de seguro no dejó a nadie indiferente, en mi caso, por inesperado después de tantos días de vino y rosas. Luego empieza el largo ascenso por la torre en busca del malo malísimo, derrotando a sus caballeros, más historias, más drama, y más miembros cercenados y ojos que explotan.

     A todo esto, el mundo real también se mueve y tiene sus propios problemas. Aunque al principio no está muy presente, las cosas se vuelven más complicadas para Asuna y el equipo de investigación, y al final la acción coincide, y te deja completamente a cuadros, con Kirito sufriendo un cortocircuito mental o algo así. Y ahí te dejan.



     Un año y pico después, con pandemia de por medio, sale la segunda parte, dividida en dos entregas a su vez, la de la guerra en el Underworld. Misma calidad técnica, más violencia, chorrocientos personajes, sobre todo viejos conocidos de las etapas anteriores, mogollón de drama y momentos épicos (sobrecarga, diría yo) y un héroe que se resiste a formar parte.

     En medio de caballerosos combates y viles traiciones, aquí quienes parten la pana son las chicas. Eso sí, monísimas, pero sufriendo ataques que cortan brazos y parando lanzas con los ojos. Multitud de minihistorias, algunas de ellas atan cabos sueltos de temporadas anteriores. Un agobio de acción continua que finalmente decae en un anticlímax bastante desconcertante.


     Este "final" se desarrolla mayormente en el mundo real, donde básicamente se discute la identidad de los habitantes de Underworld, si son seres vivos o solo programas, y se pierde un poco de vista a los protagonistas.

     Pero ya al final final, pues volvemos a los personajes que nos importan y el cómo se están tomando las cosas. De nuevo borrados de recuerdos para no volverse locos y replanteamiento de volver a conectarse a Underworld para salvarlo desde dentro de las maquinaciones político-militares. Y... ¡hala! Puertas de par en par hacia una siguiente temporada.

     Pues nada, aquí estaremos. Quizá cuando arriben nuevos episodios sería buena idea verme de nuevo la primera temporada y origen de todo, y así recuerdo de dónde salen algunos de los amigos que aparecen. Ya me saltaría las partes que menos me hayan gustado y a ver si así me hago una idea completa de la historia. Y es que yo no recordaba que Kirito fuera tan llorón, y aunque se menciona de pasada, no se percibe en los personajes el trauma de haber vivido y matado en Aincrad. No sé si en las novelas originales será diferente, probablemente sí, ya que es más fácil en literatura meterse en los pensamientos y representar las inquietudes psicológicas. Pero en las series animadas se prima sobre todo las emociones fuertes, la acción trepidante y los debates existenciales, y se detiene poco o nada en la individualidad de sus personajes, haciendo que queden un poco planos.

     Tiene sus altibajos, pero es una saga a tener en cuenta.

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