domingo, 25 de abril de 2021

Ahiru no Sora (2019)

      A trancas y barrancas, por fin pude terminar la serie de baloncesto que mencioné en mi entrada anterior, que no es otra que Ahiru no Sora (2019), que hasta el momento consta de una única temporada pero de 50 episodios. Nada más y nada menos.


     "Sora Kurumatani es un apasionado del baloncesto cuya corta estatura nunca ha frenado su entusiasmo. Debido a la enfermedad de su madre, Sora decide cambiar de ciudad y unirse al equipo de baloncesto de su nuevo instituto, pero descubre con sorpresa que no son más que una pandilla de vagos y delincuentes cuyo último pensamiento sería ganar el campeonato."

     Pues eso: otro loco bajito que quiere jugar con los niños grandes y que de arranque no cuenta con un equipo escolar en condiciones. Ni con un talento especialmente bueno tampoco Sabe tirar triples, sí, pero ni es rápido, ni salta muy alto ni tiene un sentido del juego especial. De hecho se le compara con un pato (Ahiru no Sora o "Sora, el pato"), ya que a pesar de tener alas, no puede volar. Así que al principio me esperaba una serie normal, quizá tirando a realista, donde el entusiasmo del protagonista arrastraría a los otros por el sano camino del deporte e irían aprendiendo y desarrollándose juntos poco a poco.
     Pero no.
     Si bien es cierto que tira más a Slam dunk que a Kuroko no basuke, en el sentido de que no hay técnicas mágicas ni poderes sobrehumanos, y abundan las explicaciones sobre el reglamento y jugadas reales, el desarrollo del argumento es... errático. El prota quiere ganar el campeonato escolar como promesa hacia su madre, y se siembra bien su motivación y fondo dramático. Pero no sucede así con los demás, cuyas razones son ambiguas cuando menos, demasiado trilladas en algún caso, o incluso inexistentes o mal justificadas. En resumen: todo resulta demasiado "porque sí" y no llego a conectar realmente con los personajes.
     La primera parte se me hizo bastante aburrida. Los primeros partidos de entrenamiento son insufribles. Aparecen nuevos personajes, rivales en potencia, que de repente empiezan a rememorar sus cosas pero que no pueden importarnos menos. Todos juegan como si les fuera la vida en ello pero en realidad ¡no se están jugando nada!
     Y encima aquí es donde aparece el principal problema de la serie: las escenas de acción son inexplicablemente estáticas y torpes. No solo las motivaciones de los personajes no consiguen emocionar, es que las jugadas son aburridas, ya que la mayor parte se describen mediante diálogos más que con imágenes. Lamentable. Tal es el nivel que al parecer hasta el autor del manga describió la serie como "terrible y decepcionante", refiriéndose sobre todo a la propuesta de los partidos.
     También en sus comienzos, el humor del que parece querer tirar es del tipo que a mí no me gusta tanto: golpes y cochinadas. Y lo que parecía ser una trama amorosa, se queda en absolutamente nada.

     Hacia la ¿mitad? de la temporada, de repente, la historia sufre un giro super drástico, y una serie de desgraciados incidentes hacen que tanto el protagonista como todo el equipo toque fondo. Y ahí sí que me enganché. Desaparece el humor simple y todo adopta un tono más grave y maduro. El prota llega a desaparecer momentáneamente y la historia se centra en Momoharu, Madoka y Yasuhara, de manera que llegué a encariñarme muchísimo con ellos. Todo se vuelve más intenso y ahora sí que cada jugada, entrenamiento o partido está lleno de significado y es capaz de transmitir emociones. Aunque las escenas de "acción" siguen siendo algo lentas en su desarrollo y poco espectaculares, desaparecen los flashbacks absurdos y las descripciones excesivas.

     Después de dar algunas vueltas, parece que hacia el final de temporada la historia por fin se decide por un camino, pero entonces es cuando va y se acaba, sin más, con un cierre algo borroso y poco definido pero que, bueno, visto lo demás, oie, ni tan mal. Mucho tiene que cambiar la producción para que yo me anime a ver las siguientes temporadas. Si las hay...

jueves, 15 de abril de 2021

La bendición del oficial del cielo (2020)

      Buscando algo con muchos capítulos y siguiendo la estela deportiva tras la última temporada de Haikyuu, me embarqué en una de baloncesto que ya comentaré porque aún no he terminado. Pero sucedió que vino una amiga a casa hacer maratón de series, y junto con la película Yes ka No ka Hanbun ka, que ya había comentado y recomendado aquí, y la serie ReLife, que ya vi y comenté aquí, nos dio por buscar algo en Netflix y así fue como por casualidad dimos con La bendición del oficial del cielo (2020), una producción china desconocida para mí pero que goza de merecida popularidad entre el público experto de este tipo de series.






     "Xie Lian era el Príncipe heredero del reino de Xianle que ascendió a los cielos a temprana edad. Sin embargo fue desterrado de nuevo al mundo mortal para volver a ascender hasta en dos ocasiones más, convirtiéndose en objeto de mofa entre los demás dioses.
     En su tercera ascensión, Xie Lian recibe varios encargos del Cielo, misiones que deberá cumplir para ganar crédito, y en las que se verá asistido por un par de dioses adjuntos, y un misterioso joven que parece tener gran interés en él."









     La historia de Tiān Guān Cì Fú, lo que viene a ser su título original en chino, nace originalmente como novela, pero luego fue adaptada a manhua, y finalmente en 2020, a donghua. Como he comentado, apareció como novedad mientras hacíamos zapping por el catálogo de Netflix y nos llamó la atención. Yo ya he visto alguna que otra cosa producida en China, pero no soy fiel seguidora de noticias o novedades, así que no tenía ni idea de lo que me podía encontrar. Y fue una muy grande grata sorpresa.
     No solo por la belleza del diseño, elegancia y delicadeza a raudales, sino por el gran avance que han dado en cuanto a la técnica de animación. Si bien la paleta de colores sigue siendo algo brillante, los movimientos y expresiones de los personajes han ganado en naturalidad y realismo. Las escenas de acción son dinámicas y espectaculares, y todo el conjunto en general es rico en planificación, puntos de vista y narrativa audiovisual, con detalles e incluso gestos anecdóticos, prescindibles en sí, pero que demuestran que cada dibujo es único y no reutilizan fotogramas o esquemas.
     Y eso se nota. Y se agradece. Un festín para los ojos. Sobre todo de las féminas.

     Como me suele pasar con las historias chinas, al no estar familiarizada con su folklore y demás imaginario cultural, me perdí al principio. Pero gracias a que la vi acompañada por mi amiga, al irla comentando, en seguida le pillé el rollo. Por lo que entendí, el prota era humano 800 años atrás, y como era muy bueno y amado por todos, se convirtió en dios y ascendió al Cielo. Allí debió de meter la pata y lo mandaron a la tierra otra vez. Se ve que siguió siendo bueno y se ganó de nuevo el ascenso, pero lo echaron casi inmediatamente. Y ahora, de vuelta en el Cielo por tercera vez, le tienen un poco por desastre, casi sin poder espiritual y sin crédito ninguno. Por eso cuando le encargan alguna misión celestial, le asignan un par de asistentes.
     La serie tiene diez episodios y comprende dos misiones. La primera sirve como introducción un poco, y anuncia el misterio que rodea el pasado humano de Xie Lian. La segunda misión es más complicada, y es cuando aparece el misterioso joven de rojo que se apega al prota como si le conociera, y cuyo pasado es aún más misterioso y peligroso que el de nuestro protagonista.
     Hay amor en el aire, sí, pero nada más. Así que si no eres fan del BL, podrías llegar a verla.

     La trama está muy bien estructurada, y aunque no desvela mucho del nudo principal, sí lo suficiente como para cerrar arco y dejarnos babeando por más. 




     

     



     Afortunadamente, la licencia de Netflix incluía un episodio especial que salió ya en 2021, porque así pudimos disfrutar de una especie de epílogo-prólogo que ayudó a cerrar el relato a modo de punto y seguido. Ojalá tengamos noticias de una nueva temporada en un futuro próximo.