martes, 30 de abril de 2019

Tokyo Ghoul:re (2018)

     Normalmente, cuando sale una nueva temporada de algo que ya conozco, suelo ver de nuevo las anteriores para recordarla y tener la historia fresquita. Pero en el caso de Tokyo Ghoul:re (2018) no lo hice, ya que tenía un recuerdo agridulce y me daba muchísima pereza.

     "Dos años después del asalto al Anteiku, la influencia del CCG ha crecido y los ghouls se han vuelto más prudentes. Para erradicar por completo el problema ghoul, la CCG ha creado un cuerpo especial de agentes mitad humanos, mitad ghouls llamada Escuadra Quinx, liderada por un joven de misterioso pasado llamado Haise Sasaki."


     Tokyo Ghoul:re es la secuela del manga original Tokyo Ghoul, que ya fue adaptado al anime en dos temporadas en 2014 y 2015, aunque esta segunda al parecer no continuaba la historia, sino que era más bien un recuento alternativo que no tenía nada que ver con el manga (lo cual explicaría muchas cosas).



     La primera temporada me fascinó, tanto técnica como argumentalmente. Un joven tímido y falto de cariño de repente se transforma en un monstruo que solo puede alimentarse de carne humana. Pero descubre entonces que no está solo, y que en su nueva comunidad hay tanto amigos como enemigos. Todo apunta a que podría convertirse en el puente de paz entre dos razas irreconciliables, pero hay individuos en ambos bandos que entorpecerán este objetivo.
     Una historia tremenda, terrible, de desesperación y supervivencia de una raza perseguida, y la transformación emocional de su protagonista. Brutal.










     Y entonces se sacan este invento de la manga para aprovechar el tirón, y lo llaman "√A". Ya no hay dilemas morales ni existenciales, sino odio puro y hostias a porrillo. La calidad desciende drásticamente, llegando a veces a tener escenas de auténtico esperpento técnico. Tampoco queda nada del protagonista original, solo un ser poderoso y sin sentimientos que se mueve sin objetivos ni principios concretos.







     Lo que empezó como una propuesta interesante que nos hacía cambiar nuestro punto de vista sobre el bien y el mal, se convierte en un concurso para ver quién la tiene más larga y es el más cool del barrio. Bueno, no lo recuerdo muy bien, pero esa es la impresión que retengo, así que cuando salió la tercera entrega, me resistí un poco hasta que finalmente le di una oportunidad. Y aunque no alcanzó a conmoverme como su primera parte, al menos he de reconocer que consiguió redimirse.

     Si bien no juegan mucho con el misterioso pasado del nuevo protagonista, sí que aguantan mucho la confirmación de su verdadera identidad. Tanto como para hacerme dudar, un poquito. La calidad recupera sus estándares y alcanza cierto equilibrio entre las peleítas y las escenas emotivas. A pesar del precipitado desfile de personajes, que para los que no hemos leído el manga resulta bastante confuso, sus historias son contadas correctamente y consigue transmitir sus dramas particulares. en mayor o menor medida. Para los que sí han seguido la historia original, me imagino que habrá sido una delicia verlos a todos desfilando y resolviendo sus conflictos, al menos a mí me daba la sensación de que poco a poco iban cerrando tramas de forma satisfactoria.
     A pesar de todo, sigo notando que el protagonista (y algún que otro personaje más) pasa un poco demasiado aleatoriamente de una personalidad a otra, como si su evolución no estuviera bien justificada, pero es un pacto que acabé aceptando ya que tampoco está demasiado forzado.

     Mención aparte merece la escena romántica de la pareja protagonista. Muy divertida, muy propia de ellos dos, muy tierna y muy dulce. Bien contado. Breve pero hermoso, sí señor. Me encantó.

     Como dije: no llega al punto de la primera temporada pero es digna de ser su conclusión.

jueves, 25 de abril de 2019

Fukigen na Mononokean (2016) / Tsuzuki (2018)

     Harta ya de dar tumbos, me tiré de cabeza a por una serie cuya primera temporada ya había visto y cuyo género es mi más favorito de todos: Fukigen na Mononokean (2016) / Tsuzuki (2018), una apuesta más que segura porque además tiene ese rollito amistoso entre los chicos protagonistas que me gusta tanto.






     "Hanae Ashiya se pasa los primeros días de secundaria en la enfermería de la escuela debido a que un pequeño yokai se ha encariñado con él y le roba la energía. Desesperado, decide llamar a un exorcista, que resulta ser su compañero de clases Haruitsuki Abeno, pero éste en realidad no busca clientes humanos, sino un empleado que trabaje con él ayudando a los yokai."









     El tema de los yokai y en general el mundo sobrenatural del folklore japonés siempre me ha gustado especialmente. Y si los protagonistas son dos chicos guapos, no tengo más que añadir. Fukigen na Mononokean es del palo de Natsume Yuujinchou, pero con más comedia y menos melancolía. Puede ser que me recuerde más incluso al primer xxxHolic, y al igual que esta, se va volviendo un poco más seria y peligrosa cada vez.
     De hecho la primera temporada es una presentación de los personajes y sus circunstancias, a lo largo de unas historias episódicas y autoconcluyentes. Pero hay algo oscuro dentro del alegre y alocado Ashiya, algo que tiene que ver con su padre desaparecido y el pasado de Abeno. Aaaah delicia de pasados oscuros y poderes ocultos, misterios subyacentes que te van dando pistas pero nunca terminan de revelarse.
     La segunda temporada muestra un poco más de la peligrosidad de que un humano se adentre tan felizmente en el otro mundo, así como del peligro que este tipo de humanos representa para los yokais. Aparecen más personajes y no todos son amistosos, y al mismo tiempo, tanto Abeno como Ashiya empiezan a investigar el pasado, sobre el anterior dueño de la Mononokean, antiguo jefe de Abeno, y la historia del padre de Ashiya, que aparece borrada de todos los registros.

     Técnicamente no es ninguna maravilla, tira de diseño, música y animaciones de calidad alta-estándar, pero los guiones son buenos, divertidos e interesantes, y ofrece gran variedad de personajes de todo tipo, enriquecido por el enorme abanico de posibilidades que ofrece el bestiario japonés.
     En cuanto al argumento central, una vez más, no te descubren mucho y te deja con ganas de más, pero bueno, algo cuentan (aunque yo sigo sospechando que hay más de un gato encerrado) y no se puede decir que no cierren arco. Una pena que no se hagan más series como esta, ligera y emocionante, orientada a público femenino por mucho que la califiquen como shonen.

domingo, 21 de abril de 2019

Irozuku Sekai no Ashita kara (2018)

     Así que, resumiendo, de las tres elegidas para mi retorno, después del decepcionante Señor Bermellón, y antes de jugar a las preguntas, me lancé a por un valor más seguro (ya que estaba respaldada por P. A. Works) aunque el argumento mágico-futurista no despertase demasiado  mi interés: Irozuku Sekai no Ashita kara (2018).








     "Hitomi Tsukishiro es una joven bruja que odia la magia y además ha perdido la capacidad de ver los colores. En un intento por ayudarla, su abuela decide enviarla en el tiempo hasta 2018, 60 años atrás, donde Hitomi deberá reunirse con ella cuando era estudiante."








     Recelo un poco de las series con magia en su argumento, y esta en concreto se me antojaba que iba a ser algo ñoño y cursi, pero también apuntaba a algo escolar, así que no podía estar mal del todo. Para mi grata sorpresa, había mucho de romance escolar, de ese lento y dramático, con amigos involucrados y momentos agridulces. También había magia, mucha, muy presente, pero en dosis asimilables y además de doble cara, de esa que lo mismo te ayuda a tener sueños bonitos que como te salga mal, acabas atrapada en una pesadilla eterna. Pero todo a un ritmo muy pausado, delicioso, con una ambientación especialmente cuidada, gracias a un diseño y una animación de buena calidad.

     Irozuku Sekai no Ashita kara (que viene a querer decir "Desde el mundo del mañana de colores cambiantes") parece no provenir de manga ni novelas, o sea, creo que es un anime con argumento original, y quizá por eso es una historia completa con un final cerrado, de las que me molan, vaya. Tiene buena técnica, buen argumento, buenos personajes, buena mezcla de elementos, buenos giros, etc pero carece de fuertes emociones. Es una historia preciosa, sí, con ciertos elementos peligrosos procedentes de la psique y el pasado que los protagonistas no quieren recordar, pero todo es dulce y el peligro se disipa fácilmente en pos de la parte romántica y humana. Que no digo que esté mal, pero prefiero las series con más pimienta y menos azúcar. Aún así, reconozco que es de las buenas y la recomiendo.

viernes, 19 de abril de 2019

Nana Maru San Batsu (2017)

     Para quitarme el mal sabor de boca que me dejó la serie anterior, decidí seguir rápidamente con las otras dos series cortas que había elegido casi al azar para ver con mi amiga en su casa (pero que al final no vimos ninguna porque nos enganchamos a Kingdom en Netflix). La segunda en cuestión de calidad y satisfacción fue Nana Maru San Batsu (2017), aunque fue la última que vi de las tres.






     "Shiki Koshiyama acaba de empezar la secundaria, pero no está muy interesado en hacer amigos, ya que es un ratón de biblioteca. Sin embargo, debido al gran conocimiento que ha adquirido gracias a su amor por los libros, es reclutado por el Club de los Concursos de Preguntas, donde pronto descubrirá que no se trata solo de saber las respuestas correctas."









     El título de la serie en realidad es la forma de leer la abreviatura 7O3X, por la que también se conoce al manga, y que viene a significar "Siete bien tres mal", o sea, algo así como que el que responda siete preguntas bien pasa la ronda, y el que responda tres mal queda eliminado. Aunque no siempre será la norma que rija los concursos.

     El prota es un chico listo pero nada atlético que, al entrar al instituto, duda si unirse a algún club, ya que no se le dan bien las personas y en cambio prefiere pasar su tiempo libre leyendo. Pero no es ningún friki, en realidad es majete aunque un poco tímido. La chica de turno es alta y atrevida, poco convencional, bastante metida en los concursos de preguntas, y tiene un doblaje bastante peculiar, aunque no sé definirlo, pero está doblada de forma diferente. Rápidamente entran en escena el resto de personajes que conformarán el círculo de amigos y rivales, de manera muy precipitada y lleno de  los tópicos de las series de competiciones, pero que aun así se deja ver ya que cumple todos los requisitos clásicos y eso siempre gusta. Antes de que te des cuenta, ya están compitiendo, de manera amistosa o por entrenamiento, y así los novatos van adquiriendo la experiencia táctica que necesitan.
     Lo más interesante es que el saberse las respuestas no es lo más determinante, sino el conjunto de técnicas físicas, deductivas y estratégicas que llevan a la victoria aun si no sabes la respuesta o cuando simplemente saberla no te garantiza nada. Porque en cada competición, el sistema de puntuación varía, las normas son un poco al gusto del anfitrión del concurso, haciendo que las preguntas clásicas que todo el mundo sabe tengan la misma emoción que las difíciles.
     La animación no es nada del otro mundo pero cuela, ya que el conjunto es una serie sencilla, amena y ligera, pero divertida y emocionante sin más pretensiones que la de entretener. El argumento no brilla por su originalidad, ni los personajes son especialmente carismáticos y complejos, pero tienen su rollito del pasado desconocido que siempre da color.
     No me moriré esperando por una segunda temporada, pero si llega y tengo tiempo, pues a lo mejor cae.

jueves, 18 de abril de 2019

... y por fin Lord of Vermilion: Guren no Ou (2018)

     Al verme con tanto tiempo libre de repente y con los ánimos por los suelos, decidí que era el momento ideal de ver seguidas todas las pelis de Harry Potter, ya que no soy especialmente fan pero tenía curiosidad. Cuando las terminé, y sin mayor intención que descargar un poco mi disco duro de cosas que ya habían acumulado bastante polvo, me hice una sesión continua de películas live action como Ookami shoujo to kuro ouji (2016)Tonari no kaibutsu-kun (2018)Marmalade Boy (2018), Kuragehime (2014), y Chihayafuru parte 1 y parte 2 (2016), con resultados desiguales pero que por pura flojera no pienso comentar.
     La serie que cayó después de todo esto sí que merecería ser comentada, pero como solo se ha emitido la primera temporada, y hay una segunda programada para el año que viene, la dejaré para entonces, aunque vuelvan a dejarla en continuará: se trata de Kingdom (2018), una que pasará a mis imperdibles a pesar de que no es de animación, no es live action, y ni siquiera es japonesa.
     Casi al mismo tiempo que Kingdom, me vi El patito feo que surcó los cielos, aka Sora wo Kakeru Yodaka (2018), otra serie de Netflix cuyo argumento había llamado mi atención y me acabó enganchando. Tal vez la comente algún día, o tal vez no, ahora mismo no estoy por la labor.
     Y por último antes de volver al anime que tanto amo, siguiendo con el género zombie y porque me moría ya por algo de comedia en mi vida, acabé tragándome las cuatro temporadas hasta ahora disponibles de iZombie, una serie made in USA donde una zombie que trabaja en la morgue de la policía ayuda a resolver casos de asesinato. Comedia, misterio, acción, romance y zombies. Estoy deseando que se estrene la quinta y última el mes que viene, aunque al final como siempre la cosa ya estaba decayendo en una paranoia un poco cutre.

     ¿Y el anime? Pues cuando por fin llegué a casa de mis padres, refugio y santuario donde lamo mis heridas emocionales, volví a sentir ganas de animación japonesa. Hice una rifa, y salió ganadora en tercer lugar Lord of Vermilion: Guren no Ou (2018), para bien y para mal.

     "Cuando su padre fue asesinado, Chihiro Kamina fue adoptado por la familia de su mejor amigo Kotetsu Domyoji, con quien asiste a la universidad en la futura ciudad de Tokio. Un día, un misterioso sonido de alta frecuencia hace que todo el mundo caiga inconsciente durante unos días y muchos desaparezcan inexplicablemente. Cuando Chihiro despierta por fin 5 meses después, descubre que la ciudad ha sido invadida por una planta monstruosa y una peligrosa niebla roja. Para enfrentar la continua aparición de monstruos que amenazan a la humanidad, Chihiro despertará un extraño poder heredado que le ata a un inevitable destino."
      Lord of Vermilion es un videojuego basado a su vez en una serie de cartas coleccionables, y tras ver su decepcionante calidad artística y argumental, me lleva a pensar que no es más que un accesorio decorativo para que los fans incondicionales completen la saga de merchandising correspondiente.
     De animación justita, con una paleta de colores básicos y planos y cero texturas, no consigue alcanzar la ambientación colosal y apocalíptica a la que aspira en vano a base de inflar una banda sonora llena de coros a lo Ghost in the Shell o Evangelion. El continuo intento de intensificar el dramatismo alcanza también sin éxito al triste elenco de personajes vacíos, hieráticos, planos y carentes de carisma alguno. De forma que, a pesar de mostrarse abrumados por terribles cargas del destino y afrontar la muerte de sus seres queridos, no puedo sino sentir una profunda apatía por sus desgracias, por otro lado, previsibles, típicas y tópicas de aburrirse.

     Una desafortunada elección para iniciar mi retorno, pero que por otro lado, anuncia que poco puede ser peor. Nada recomendable.

lunes, 1 de abril de 2019

Mirai no Mirai / Mi hermana pequeña (2018)

     Antes de abandonar temporalmente la animación japonesa, me decidí a ver por fin Mirai no Mirai o Mi hermana pequeña (2018), como se la conoce en España. Desafortunadamente, no en el cine, ya que todavía duran muy poco tiempo en sala y no encontré a nadie que quisiera o pudiera acompañarme.

     "Kun es un pequeño de cuatro años que, con la llegada de su nueva hermanita, empieza a sentir que ha perdido el cariño de sus padres y que nada de lo que haga consigue atraer de nuevo su atención. Para ayudarle a tratar con su nueva situación aparecerán varios personajes mágicos, entre ellos, su propia hermanita ya adolescente procedente del futuro."
     Se trata de la última peli de Mamoru Hosoda, al que se le conoce más que nada por ser el director de Summer Wars (2009) y que sin embargo tiene obras infinitamente mejores como La chica que saltaba a través del tiempo (2006), El chico y la bestia (2015) y mi favorita Los niños lobo (2012). Ahora que la animación japonesa empieza a tener cierto reconocimiento y una distribución decente, con frecuencia se la confunde o se la compara descaradamente con las producciones Ghibli, ya que es el único referente que hemos tenido hasta ahora. Pero yo siempre he visto sin problemas las diferencias entre las pelis de Hosoda y las de Miyazaki. De hecho me sorprende haber descubierto que los comienzos de este director fueron en Ghibli, ya que nunca me costó reconocer su diferenciado estilo.
     Si bien ambos tienen toques mágicos, el diseño de personajes es menos infantil en Hosoda, aparte de una preferencia casi exclusiva por el tema familiar y las relaciones afectivas. Y de eso trata esta peli: del síndrome del príncipe destronado, que no solo consiste en sentir los típicos celos, sino en ver cómo todo tu mundo se derrumba y te ves forzado a reconstruir de nuevo el universo mientras luchas en solitario con todos esos sentimientos nuevos.
     Sip, hablo desde la experiencia: yo fui una princesa destronada. Así que me sentí bastante identificada con el pequeño protagonista. Sin embargo no consiguió que me encariñara totalmente con él. Tal vez porque es bastante realista y reacciona y se comporta como un niño de cuatro años de verdad y a mí no me gustan los niños, así que en principio se me antoja un condenado crío mimado, cabezota y egocéntrico. Pero es tierno y está solo ante una situación que no comprende. Entonces aparecen esos personajes que intentarán ayudarle, pero que son torpes también y tienen sus propios intereses en ello, por eso a pesar de la magia, sigue siendo un pequeño drama familiar de situaciones cotidianas.
     El sutil toque mágico del argumento no interfiere en lo humano y lo cotidiano, por eso se habla más de una historia sobre la familia que de una fantástica aventura, porque no lo es en absoluto. Aunque el momento del tren sí me parece una ida de olla típica de Miyazaki. Por lo demás, es una historia bastante anodina. Tierna pero sin nada que la haga especial. Supongo que resultará bastante más atractiva para padres que acaben de tener su segundo hijo, pero para mí no es más que una  bonita historia para echar la tarde de un domingo. Las hay mejores entre las anteriormente mencionadas.