viernes, 18 de mayo de 2018

Mahō Tsukai no Yome (2017)

     Estoy muy vaga, todo me da pereza. Debe ser porque el contrato está a punto de terminar y no quiero enfrentarme al qué voy a hacer después, no lo sé, pero el caso es que solo quiero que los días pasen sin más. Esto también afecta a mi forma de ver series. No precisamente porque pase más tiempo viéndolas, sino porque ninguna me parece lo bastante interesante. Desidia primaveral, supongo.

     Aún así, alguna que otra cae, y en esta ocasión fue Mahō Tsukai no Yome (2017), a la que ya le había echado el ojo cuando salieron las OVAs Mahō Tsukai no Yome: Hoshi Matsu Hito (2016/2017).





     "Chise Hatori lo ha perdido todo, hasta las ganas de vivir, por eso decide venderse en pago a sus deudas. Su comprador es un excéntrico mago con cabeza de bestia, inexperto en las emociones humanas, que le anuncia que a partir de ese momento será su aprendiz y futura esposa."












     Las OVAs fueron una especie de precuela totalmente prescindibles, o mejor dicho, que se pueden ver de forma independiente. De hecho me gustaron más, pero ya barruntaban que la serie no iba a ser lo que yo esperaba.
     Porque, a ver, la serie está muy bien. Tiene una ambientación hermosa, una animación de calidad y un argumento bastante original que mezcla el folklore europeo, con cristianismo y magia. Los personajes son redondos y polifacéticos, muy hondos y llenos de matices, y las relaciones entre ellos son complejas y evolutivas. Pero todo es muy triste, muy terrible y muy cruel. Y si bien es cierto que los personajes van sanando sus heridas, hay momentos felices e incluso cómicos, todo está impregnado de melancolía y dolor (dolor físico quiero decir, porque las leyendas son crueles, y aquí no se cortan un pelo).

     Al principio se me asemejaba a Natsume yuujinchou: niño/a falto de amor con poderes mágicos que busca el equilibrio entre la vida normal y lo sobrenatural. Muchas escenas de vida cotidiana, ritmo pausado, etc pero definitivamente mucho más depresivo. Y es que de Elias se puede entender, es un ser entre lo humano y lo divino con cara de cabra que no comprende sus propias emociones, y aún así me parece mucho más tierno y expresivo que Chise, siempre enferma y falta de alegría. Un poco más de contraste entre ambos creo que le hubiera dado más gracia al asunto.

     En definitiva esperaba un poco más de romanticismo y comedia, y un tanto menos de gore (no tanto por lo que se ve realmente sino porque lo que deja intuir), pero no es mala serie. La banda sonora también ayuda mucho.

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