jueves, 19 de diciembre de 2019

Slam dunk (1993) + Películas/OVAs + Manga

     Estaba harta de series cortas y me apetecía algo de deporte. ¿Resultado? Slam dunk (1993).









     "Hanamichi Sakuragi es un pandillero a la vieja usanza que al empezar el instituto se une al equipo de baloncesto para impresionar a la chica que le gusta."









     A pesar de este argumento en apariencia tan simple, la serie y el manga de Slam dunk conquistaron a toda su generación a finales de los 90, contribuyendo así a la expansión del baloncesto entre los estudiantes japoneses. Esta serie llegó a España entre 2004 y 2008, y yo la conocía de vista como quien dice, pero su diseño retro siempre me echó para atrás. Hasta ahora.
     Realmente los años no pasan en balde, y las características técnicas de esta serie, a pesar de ser de lo mejor que se producía entonces, ahora nos parecen viejunas y cutres. Sin embargo no está para nada por debajo de la media actual, así que si superas el primer contacto, en seguida dejan de importarte. Otra cosa es el diseño de personajes o el desarrollo de las escenas de acción, que al ser mucho más realistas y sin efectos espectaculares, resultan poco atractivos para los espectadores de ahora, entre los que me incluyo, y a los que hay que mirar con un poco más de perspectiva para poder aceptarlos, como por ejemplo, que Takenori Akagi solo tiene 17 años.

     Salvando las inevitables diferencias técnicas, esta serie es un spokon en toda regla: entrenamientos y partidos, superación, esfuerzo, talento individual y trabajo en equipo se sobreponen a todo lo demás, incluyendo la mini trama romántica, que prácticamente queda limitada a detonante y resorte cómico. Hay mucho de amistad también, sobre todo en los personajes de la pandilla de Sakuragi, que en más de una ocasión acuden a apoyarle y animarle. Pero poco más.

     El mayor encanto de toda esta historia para mí son sus personajes, y por encima de todos ellos, Hanamichi Sakuragi. Es un bocazas pendenciero y peleón pero con un corazón de oro. Su inocencia le convierte a veces en un niño grande y hace que se le perdone todo. En principio es el amor lo que le lleva a querer ser cada vez mejor jugador, y los celos lo que le conducen a un odio visceral por su compañero Kaede Rukawa, cuyo talento y experiencia están a años luz. Pero poco a poco, Sakuragi también querrá mejorar por él mismo, y por su equipo, y verá a Rukawa como objetivo a superar más que como rival al que derrotar.
     Rukawa, en cambio, es un personaje más soso. Guapo, popular y estrella del equipo, pero apenas habla y solo piensa en el baloncesto, el resto del tiempo, duerme. Es individualista y egoísta, apenas mira a su alrededor. Por supuesto ignora a Haruko y su amor por él, e incluso a Sakuragi, a quien apenas considera un compañero. Y esta parte es la que menos me gustó: Sakuragi y Rukawa siempre pelean por tonterías, nunca se pasan el balón, y a pesar de todo el ruido que hace el prota, su rival apenas llega a reconocerlo. Me faltan buenos momentazos entre ellos.
     Haruko es una buena chica que, al parecer, no se da cuenta de lo que Sakuragi siente por ella. Locamente enamorada de Rukawa, es una apasionada del baloncesto también, y como hermana pequeña del capitán del equipo, quiere verles cumplir su sueño de llegar a los nacionales. Por eso al conocer a Sakuragi lo anima a meterse en el equipo y le ayudará a superarse. En un momento dado, parece tener cierto punto de inflexión en el que se da cuenta de que Rukawa nunca se fijará en ella, y al mismo tiempo, empieza a emocionarse con los avances de Sakuragi, pero nunca llegamos a ver cómo termina todo eso.
     Pero este extraño triángulo no es todo lo que hay. El resto del equipo y sus rivales tienen tanta presencia o más que el trío protagonista. Sus dramas y sus sueños nos acompañan todo el rato en dosis equivalentes de modo que a veces se me hace difícil pensar que Sakuragi sea el protagonista. Todos tienen su propio talento y sus debilidades, aportando gran riqueza dramática al reducido escenario de la serie.

     La serie animada solo llega al tomo 22, es decir, que aunque ofrece un final de temporada bastante bueno, sabía que la historia continuaba un poco más y me fui a buscar el manga. Me impresionó la calidad del dibujo y la forma de narrar la historia, un manga sin duda digno de leer desde el principio, pero dada mi avidez de noticias en ese momento, ni me lo planteé. Más partidos, más angustia, más sufrimiento por ganar y perder, mucho de mejoras en Sakuragi, mucho de dilemas en Rukawa, sueños rotos, sueños cumplidos... Por ejemplo, por fin pude ver un par de momentazos entre Sakuragi y Rukawa, tan bien puestos que me hicieron llorar. Pero por otro lado me quedaron dos dudas: si Sakuragi era pelirrojo natural o se teñía, y si tenía familia.

     El final me gustó muchísimo pero no porque fuera un final feliz al uso, sino por su realismo y coherencia. Sin embargo, deja mucha historia por contar después de ese punto de inflexión y me preguntaba si no habría nada más por ahí, como un after story o algo. Y el caso es que parece ser que para el año que viene 2020 tendremos noticias.

     Por último, os voy a contar la leyenda urbana del verdadero Hanamichi Sakuragi, o la persona en la que el autor se basó para crear a su personaje. Al parecer hubo una vez un chico que se metió en una pelea con los jugadores de un equipo universitario, y su entrenador se fijó en él, pues era alto y tenía una buena constitución atlética. Así que lo convenció para que jugara. El caso es que el muchacho tenía talento y a pesar de su inexperiencia, conseguía marcar bastantes canastas, por lo que pronto la prensa se hizo eco de su historia y alcanzó cierta fama. Pero un día recibe el aviso de que su padre ha tenido un ataque y cuando se dirige al hospital, sufre un brutal atropello y muere varios días después. Una tragedia digna de un manga ¿eh? Spoiler: de momento Sakuragi no muere, así que tranquilos.

1 comentario: