domingo, 26 de febrero de 2023

Dragon Quest: Dai no Daibouken (2020)

      Antes de que me meta de lleno en la que he empezado a ver, será mejor que me ponga al día y comente de una vez Dragon Quest: Dai no Daibouken (2020), mi último enganche.






     "En una pequeña isla habitada por monstruos pacíficos, vive Dai, un niño humano que sueña con convertirse en un héroe como los que años atrás derrotaron al perverso rey mago Hadler. Sin embargo, el mal no ha desaparecido del todo, y cuando la amenaza llega hasta su remota isla, Dai emprende un viaje acompañado de nuevos amigos que le ayudarán a derrotar a los ejércitos del mal."







     Conocida también como Las aventuras de Fly, esta saga ya tuvo una adaptación animada en 1991 que pude disfrutar en mis años mozos y de la que recordaba algunas cosas. La principal diferencia entre esta y aquella, aparte de la mejora en animación y realización, es que la primera constaba solo de 46 episodios y no abarcaba ni la mitad del manga, mientras que la nueva versión completa toda la historia.

     Por si alguien todavía no lo sabe, Dragon Quest es una saga de videojuegos de rol cuyo diseño de personajes y monstruos corrió a cargo de Akira Toriyama, de ahí al enorme similitud visual con Dragon Ball o Doctor Slump. Y en cuanto al cambio de nombre del protagonista, se debió básicamente a que Dai suena igual que la palabra  die "morir" en inglés, así que pasó a llamarse Fly que significa "volar" o "mosca".

     Salvo la omisión de ciertos fanservices y toques ecchi, la serie animada es fiel a la obra original de los maestros Kouji Inada y Riku Sanjo. Sigue por tanto la misma línea argumental y desarrollo de las tramas, para bien y para mal, ya que si bien por un lado nos libra de rellenos que desvíen la atención, por otro es tal la condensación de eventos que no nos da un momento de respiro para, por ejemplo, desarrollar un poco más la relación entre personajes. Y es que además de infinidad de batallitas, ataques mágicos impactantes y míticas técnicas de combate, Dragon Quest tiene también grandes momentazos emotivos entre amigos/compañeros/camaradas, entre padres/maestros-hijos/discípulos, e incluso de amoríos románticos.

     A ver, el tono infantil e inocentón no lo pierde nunca. Más que nada porque así es como su protagonista es, un niño que es puro en todo: puro valor, pura entrega, pura justicia, pura fuerza. Luego tenemos los puntos cómicos, al principio representados en el personaje de Pop, y más tarde en el del ratón karateka Chu. Pero también está presente el lado oscuro de las cosas, representado por el taciturno Hyunkell (Jiunkeru) siempre debatiéndose entre el bien y el mal. A medida que avanza la historia, vamos descubriendo que ni Dai es siempre tan resuelto (a veces duda e incluso huye en una ocasión) ni Pop tan descuidado y cobarde. Los malos con frecuencia no son tan malos, y si bien no se vuelven del lado de Dai y los suyos, al menos se muestran como guerreros de honor.

     Son esos pequeños retazos de humanidad compleja y deliciosa que rezuman sus personajes lo que me atrapó en esta historia, mucho más allá de las aventuras en sí, que analizadas objetivamente, no destacan por su originalidad: batallita, derrota, superación y victoria.

     Y más en concreto, la evolución y complejidad del carácter de Pop. Tanta es mi admiración por el desarrollo de este personaje que la historia bien podría ver Las aventuras de Pop y no las de Dai si hubiéramos comenzado con el episodio en el que Avan/Ivan llega al pueblo de Pop y él se escapa para ser su discípulo. Y luego conocerá a Dai y sin querer se verá obligado a luchar contra las fuerzas del mal. Y se enamora. Y empieza a esforzarse para ser digno de la chica que le gusta, y protegerla y acaba convirtiéndose en el principal apoyo del héroe que salvará a la humanidad. Oye, yo es que lo veo claro.

     La simplicidad de la fórmula narrativa (en esencia no es más que un claro ejemplo del viaje del héroe o monomito) hace que no podamos hablar de originalidad en cuanto a la trama, pero al menos en cuanto al despliegue técnico, de diseño, música y realización, sí podemos decir que explota al máximo la espectacularidad de cada uno de los enfrentamientos, haciendo que se te pongan los vellos de punta cuando al fin exclaman el nombre de su técnica favorita (en mi caso, el Medoroa)

     Más allá de toda anécdota, e independientemente de sus orígenes, Dragon Quest: Dai no daibouken es una gran serie, épica y motivadora a la antigua usanza, lo que la convierte en un clásico como los de antaño digno de desfilar en mi estantería.