Siguiendo con la estela de los isekai, de repente me vine a dar cuenta de que en el disco tenía la serie Isekai Shokudou (2017) cogiendo polvo y decidí que era tan buen momento como otro cualquiera de ver qué tal y descartarla llegada el caso.
A su favor solo tenía el toque isekai mientras que en su contra contaba con dos factores: la temática de la comida y el tufillo a slice of life, así que mi primera impresión fue que no pasaría del primer capítulo. Ver a los personajes cocinar y comer continuamente platos tentadoramente sabrosos, mientras los describen con una reverencia exquisita no es algo que me atraiga especialmente. Primero, porque me da hambre. Y segundo, porque me aburre. Para colmo se trata de un "recuentos", es decir, que ya de antemano sabemos que no hay una trama central llena de aventuras y emoción, y que todo será disfrutar de los placeres sencillos de la vida.
Sin embargo Isekai Shokudou (literalmente: Cafetería/Restaurante de otro mundo) posee ciertos detalles que al final consiguieron cautivarme.
Primero, su calidad técnica. Una animación sencilla, sin pretensiones, pero muy cuidada y diseñada sobre tonos cálidos y acogedores. Segundo, sus historias. Aparte de un leve hilo central que emerge de vez en cuando, la serie se estructura en torno a múltiples microhistorias en principio independientes pero sutilmente conectadas entre sí. Y tercero los personajes. No hay protagonista ni héroe como tal, sino que cada capítulo tiene sus propios protagonistas y su propio drama: seres complejos en situaciones singulares, que al pasar por el restaurante, encuentran un antes y un después en sus vidas.
Todo muy naif, todo muy suave y colorido, pero no por eso carentes de drama o gravedad. Lo complejo de la vida de cada personaje encuentra un punto de vista diferente través de una situación tan cotidiana y sencilla como comer su comida favorita, y las peculiares relaciones que se producen al entrar en contacto con los demás comensales.
Por eso, a pesar del ritmo pausado y la continua presencia de la comida (y sus exageradas descripciones, que sin ningún pudor me apresuraba a saltarme), esta serie consiguió llegarme a interesar lo suficiente como para terminarla, y aunque con toda seguridad no se acercará ni siquiera a mi top 100, debo reconocer que es una producción muy digna repleta de encantos.
"Una vez cada siete días, el restaurante occidental Nekoya cierra sus puertas en Tokio para ofrecer sus servicios en un universo diferente poblado por mágicas y terroríficas criaturas que se sienten irresistiblemente atraídas por los exóticos sabores de otro mundo."
A su favor solo tenía el toque isekai mientras que en su contra contaba con dos factores: la temática de la comida y el tufillo a slice of life, así que mi primera impresión fue que no pasaría del primer capítulo. Ver a los personajes cocinar y comer continuamente platos tentadoramente sabrosos, mientras los describen con una reverencia exquisita no es algo que me atraiga especialmente. Primero, porque me da hambre. Y segundo, porque me aburre. Para colmo se trata de un "recuentos", es decir, que ya de antemano sabemos que no hay una trama central llena de aventuras y emoción, y que todo será disfrutar de los placeres sencillos de la vida.
Sin embargo Isekai Shokudou (literalmente: Cafetería/Restaurante de otro mundo) posee ciertos detalles que al final consiguieron cautivarme.
Primero, su calidad técnica. Una animación sencilla, sin pretensiones, pero muy cuidada y diseñada sobre tonos cálidos y acogedores. Segundo, sus historias. Aparte de un leve hilo central que emerge de vez en cuando, la serie se estructura en torno a múltiples microhistorias en principio independientes pero sutilmente conectadas entre sí. Y tercero los personajes. No hay protagonista ni héroe como tal, sino que cada capítulo tiene sus propios protagonistas y su propio drama: seres complejos en situaciones singulares, que al pasar por el restaurante, encuentran un antes y un después en sus vidas.
Todo muy naif, todo muy suave y colorido, pero no por eso carentes de drama o gravedad. Lo complejo de la vida de cada personaje encuentra un punto de vista diferente través de una situación tan cotidiana y sencilla como comer su comida favorita, y las peculiares relaciones que se producen al entrar en contacto con los demás comensales.
Por eso, a pesar del ritmo pausado y la continua presencia de la comida (y sus exageradas descripciones, que sin ningún pudor me apresuraba a saltarme), esta serie consiguió llegarme a interesar lo suficiente como para terminarla, y aunque con toda seguridad no se acercará ni siquiera a mi top 100, debo reconocer que es una producción muy digna repleta de encantos.
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