viernes, 6 de diciembre de 2019

Isekai Shokudou (2017)

     Siguiendo con la estela de los isekai, de repente me vine a dar cuenta de que en el disco tenía la serie Isekai Shokudou (2017) cogiendo polvo y decidí que era tan buen momento como otro cualquiera de ver qué tal y descartarla llegada el caso.







     "Una vez cada siete días, el restaurante occidental Nekoya cierra sus puertas en Tokio para ofrecer sus servicios en un universo diferente poblado por mágicas y terroríficas criaturas que se sienten irresistiblemente atraídas por los exóticos sabores de otro mundo."








     A su favor solo tenía el toque isekai mientras que en su contra contaba con dos factores: la temática de la comida y el tufillo a slice of life, así que mi primera impresión fue que no pasaría del primer capítulo. Ver a los personajes cocinar y comer continuamente platos tentadoramente sabrosos, mientras los describen con una reverencia exquisita no es algo que me atraiga especialmente. Primero, porque me da hambre. Y segundo, porque me aburre. Para colmo se trata de un "recuentos", es decir, que ya de antemano sabemos que no hay una trama central llena de aventuras y emoción, y que todo será disfrutar de los placeres sencillos de la vida.
     Sin embargo Isekai Shokudou (literalmente: Cafetería/Restaurante de otro mundo) posee ciertos detalles que al final consiguieron cautivarme.

     Primero, su calidad técnica. Una animación sencilla, sin pretensiones, pero muy cuidada y diseñada sobre tonos cálidos y acogedores. Segundo, sus historias. Aparte de un leve hilo central que emerge de vez en cuando, la serie se estructura en torno a múltiples microhistorias en principio independientes pero sutilmente conectadas entre sí. Y tercero los personajes. No hay protagonista ni héroe como tal, sino que cada capítulo tiene sus propios protagonistas y su propio drama: seres complejos en situaciones singulares, que al pasar por el restaurante, encuentran un antes y un después en sus vidas.
     Todo muy naif, todo muy suave y colorido, pero no por eso carentes de drama o gravedad. Lo complejo de la vida de cada personaje encuentra un punto de vista diferente través de una situación tan cotidiana y sencilla como comer su comida favorita, y las peculiares relaciones que se producen al entrar en contacto con los demás comensales.
     Por eso, a pesar del ritmo pausado y la continua presencia de la comida (y sus exageradas descripciones, que sin ningún pudor me apresuraba a saltarme), esta serie consiguió llegarme a interesar lo suficiente como para terminarla, y aunque con toda seguridad no se acercará ni siquiera a mi top 100, debo reconocer que es una producción muy digna repleta de encantos.

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